Si mirásemos atrás por un momento, convendría detener unos minutos nuestra atención en percibir cuáles ha sido y qué han supuesto cada una las revoluciones que han tenido lugar a lo largo de la historia. Revolución, como me trasladaba un profesor de historia hace muchos años, significa cambio y, cambio rápido, rompiendo con algunas de las cosas establecidas pero conservando estructuras consensuadas y válidas.
En nuestros días nos encontramos en la bien designada cuarta revolución industrial, y como todo cambio rápido abre nuevos escenarios, en esta ocasión con incidencia directa en los métodos de producción, pero con una profunda incisión en la dirección, organización, promoción y gestión de las personas. Esta Cuarta, ya empieza a conocerse y a comprenderse qué es. Ha llegado y está aquí, la Industria 4.0.
Lejos de establecer dónde está su origen exacto, las personas relacionadas con la dirección de personas tenemos que utilizar el término. Entender que puede comprenderse como la tendencia a la automatización y el intercambio de los datos en las tecnologías de fabricación mediante tres elementos; el Internet de las cosas, los sistemas ciberfísicos y la computación en la nube.
Aparecen nuevas herramientas en cada una de estas áreas, también bien llamadas, tecnologías habilitadoras. Es aquí el lugar exacto que aparece una fuerte desviación, no siendo diferente a cualquier otra revolución. Se necesitan personas con aptitudes y actitudes que utilicen de forma correcta, eficiente y operativa tales tecnologías.
Es en este punto donde, dada la importancia y con la experiencia aprendida de anteriores revoluciones, las organizaciones nos hemos encaminado a construir un abanico de competencias que habiliten a las personas a manejarlas.
Las hemos nombrado como competencias digitales y hemos procedido a incorporarlas a nuestros planes de desarrollo de nuestras personas empleadas. En esta fase es en la que a nivel organizativo en el ámbito de la gestión de las personas nos encontramos.
Podríamos también darle un acrónimo como “digitalización de las personas” o algo similar. Sin embargo, tenemos que comprender que es únicamente “capacitar”. Pero con el matiz que estamos preparando a nuestras personas para manejar máquinas tecnológicas.
La Industria 4.0, en simple apreciación, es precisamente esta última reflexión, la conexión de las máquinas a través de Internet, “Internet de las cosas”. Pero nunca tenemos que olvidar que alguna persona tiene que establecer cuáles son las herramientas a aplicar en cada caso, no en vano, Internet es muy grande. También tienen que ser las personas quienes decidan en qué procesos productivos se incidirá con la incorporación de tecnología en una compañía, e incluso ser personas empleadas las que puedan comprender en qué puede beneficiar a la compañía la inclusión de una tecnología habilitadora u otra.
Por tanto, las compañías de recursos humanos o de gestión y dirección de personas, tenemos un papel fundamental. Sin lugar a dudas, aparecerán nuevos puestos de trabajo en las organizaciones y desaparecerán otros. Tenemos que considerar pues, como premisa principal, que en cinco años, nuestras personas tienen que estar preparadas y capacitadas con competencias digitales para utilizar las bien llamadas tecnologías habilitadoras y trabajar en un método de producción que se conoce ya como Industria 4.0.
Nexian a través de sus planes NDA desarrolla competencias digitales que habilitan a las personas a elegir, utilizar tecnologías habilitadoras, optimizando los medios de producción e incorporando a las organizaciones a la Industria 4.0.