Europa está en medio de la “Cuarta Revolución Industrial”. Una época de cambios sociales, económicos y tecnológicos de gran magnitud, en la que no estamos siguiendo el ritmo como debiéramos. Las habilidades de los trabajadores no están actualizadas al nivel tecnológico que se exige. La Comisión Europea, bien lo sabe: el 44% de la población adulta Europea no tiene el nivel digital suficiente para el mundo tecnológico que tenemos. Y esto, naturalmente, no solo preocupa a las instituciones, sino también a las empresas.
Para poder hacer frente a este problema, lo primero es conocer el estado de la situación. Y ahí, es de donde vienen principalmente los pánicos. El “European Digital Scoreboard”, provee un informe sobre el rendimiento digital de los países miembro. Es un indicador que mide factores como la conectividad, las competencias y habilidades digitales, los servicios públicos, etc. Los resultados se pueden comprobar en la figura. España está en ese pelotón medio-alto de países europeos. A tenor del peso del PIB en el conjunto europeo, sobra decir que no es una posición buena para nuestro país.

El problema no radica tanto en compararnos entre los países miembro, sino con otras regiones del planeta. Y ése es justo el problema que va a tener que enfrentar Europa en los próximos años. Que la competencia se hace hecho mundial; y el mundo digital no es una excepción de ello. Europa no progresa a nivel suficiente como para mantener su hegemonía económica y política: avanza el desarrollo digital, pero mucho más lento de lo que debería como para poder competir con zonas como Corea, Japón o la propia China (dejo de lado, naturalmente, al país líder en tecnología del planeta, EEUU). Esto es precisamente lo que mide el “ International Digital Economy and Society Index”. Y con la siguiente figura, es fácilmente entendible que, la Europa de los 28 estados miembro, no estamos manteniendo el ritmo necesario para poder competir en un mundo global. Y la salida del Reino Unido del bloque Europea, no hará más que daño también en esta faceta.

Dicho esto, ¿qué puede hacer Europa? Pues lo primero de todo, ser consciente de este problema, y no caer en autocomplacencias. La solución no puede pasar solo por aumentar la conectividad y las infreaestructuras de comunicaciones. Europa ya da muchos fondos para ello, y es verdad que el salto ha sido realmente importante. Pero necesitamos atacar esta crisis digital con nuevas herramientas.
Bajo mi punto de vista, el elemento faltante en esta política de reducción del gap digital es la formación. El “Multiannual Financial Framework” que ha puesto en marcha este año la Comisión Europea ya introduce alguno de estos elementos. Pero mucho de ese dinero no estará disponible hasta 2021. Y, por otro lado, depender solo de las instituciones no es suficiente.
Necesitamos que ciudadanía y empresas seamos conscientes de esta otra crisis que estamos viviendo. Que las empresas entiendan que la competitividad va a depender también sustancialmente de la capacidad y las habilidades para manejarse en un mundo en el que los problemas se resuelven usando herramientas digitales también, las comunicaciones son diferentes en las esferas digitales, y que los mercados están siendo transformaciones por nuevas vectores de creación de valor.
Creo que tenemos que entrar en una era en la que ya no se hable de lo que estudiaste durante la carrera; sino que el aprendizaje sea perpetuo. Nunca podremos ni deberemos dejar de estudiar y aprender. Bienvenidos a la era de la perpetua educación. Quizás por ello, desde la perspectiva pública, una aportación de la Seguridad Social ya no deba de ser solo monetaria. También formativa. Elementos como la FUNDAE ya trabajan en ello. Pero lo hacen vía las empresas. ¿Y si el estado diera un dinero nominativo para formación? Es decir, además de la prestación por desempleo, dar un importe para formación. El Gobierno de Singapur ya está trabajando en algo parecido. Desde 2015 da 500 dólares a cada ciudadano por encima de 25 años para cursar el programa SkillsFuture. Un programa de formación desde la analítica de datos, pasando por la ciberseguridad o las competencias digitales.
¿Y si en Europa hiciéramos los mismo? Francia ya está trabajando en ello también. Tras una nueva reforma en el campo laboral, dará 800 € a cada empleado para trabajar en su desarrollo laboral. Quizás echo de menos en ello que, de nuevo, se centre en la empresa la oportunidad, y no tanto en los desempleados. ¿Y en España? Espero que pronto podamos ver movimientos en esta misma línea.
Bienvenidos a una era en la que aprender ya no será una necesidad, sino una obligación.