La
comunicación es siempre una asignatura pendiente en todos los aspectos de nuestra
vida. En las empresas y organizaciones se convierte en un elemento fundamental
para el buen devenir. La transformación digital ha facilitado la comunicación
en las compañías, pero también las ha obligado a ser cada vez más exigentes.
A lo largo de los años las compañías no han prestado especial atención hacia la comunicación. Conforme las estructuras crecían, la comunicación se hacía más compleja y se tomaban medidas que parcheaban la situación y que muchas veces solo conseguían un efecto negativo. La evolución del mercado ha hecho que la convivencia intergeneracional en las empresas haya exigido un cambio en la comunicación.
En cuanto a la comunicación externa, las redes sociales llegaron en 2010 para quedarse. Los medios utilizados anteriormente dieron paso a nuevas herramientas que había que gestionar para garantizar una buena imagen corporativa. Nuevos puestos de trabajo surgieron en este momento e hicieron plantearse a las empresas los departamentos de comunicación si es que los hubiese.
Una buena
proyección al exterior, una trabajada imagen corporativa, una persona orientada
a garantizar que esto se cumpla, bien a través de agencias de publicidad o
persona contratada en el propio equipo, facilita el posicionamiento de la
marca.
Por otro
lado, la comunicación interna. Las compañías han pasado de hacer folletos,
revistas, etc en papel, a enviar este tipo de información digitalizada. En
algunos casos, esto ha supuesto un gran avance, limitando el uso del papel y
haciendo empresas más sostenibles. Pero también ha permitido que en algunos
casos haya existido abuso de información. Comunicaciones excesivas o incluso
innecesarias que, en muchos casos, en lugar de aportar han restado.
Nuevas herramientas han aparecido en la comunicación entre compañeros. Como por ejemplo el WhatsApp. Esta herramienta está siendo muy cuestionada y ha sido centro en muchos debates. Como todas las herramientas que nos ha aportado la transformación digital, se encuentra en esa delgada línea entre el buen uso o el abuso. Elegir que en qué momentos y saber hacer buen uso de ello está siendo el gran hándicap para las compañías.
Saber
dirigir la comunicación hacia cada uno de los perfiles con los que
interaccionan las compañías tanto en interno como externo es una de las claves
y las empresas deben trabajar en ese aspecto.