La opinión de Laura Gisler, responsable del área digital de Nexian
Hace aproximadamente año y medio, cuando la pandemia apareció, haciendo estallar los modelos de trabajo, producción y relaciones globalizados que conocíamos, aquellas empresas que habían entendido mucho antes de qué iba la transformación digital nos solo pudieron adaptarse rápidamente a un nuevo paradigma sino que, además, marcaron una profunda diferencia con sus competidores.
La pandemia fue un toque de atención para aquellas compañías en la que la digitalización había pasado de puntillas. Pero lo cierto es que esa digitalización lleva años cambiando nuestro modelo productivo hacia lo que algunos expertos han llamado la reindustrialización digital, marcada por la economía digital y la sostenibilidad.
Casi la totalidad de las personas y buena parte de las empresas han reforzado su presencia online y los usos asociados a ella. Mientras, en un mundo donde todo avanza cada vez más rápido, las tecnologías disruptivas como la Inteligencia Artificial y el Big Data están marcando el presente y el futuro.
Aquellas organizaciones que, de nuevo, vayan un paso por delante en estas materias conseguirán mirar a sus competidores desde una posición de liderazgo.
Para la mayoría de los mortales, y de las empresas, reindustrialización digital, Inteligencia Artificial o Big Data son conceptos demasiado alejados de su día a día. Sin embargo, no debemos perder de vista la lección que nos ha dejado el COVID-19, una de tantas: quienes innovan, tienen visión de futuro y capacidad de adaptación son quienes consiguen marcar la diferencia incluso en los momentos más convulsos.
Y, para que las empresas dispongan de todas esas virtudes, es necesario algo clave e ineludible: la formación de los equipos, capacitándoles no solo para el desarrollo de su día a día sino también para contar con esa visión crítica y global que, junto con las herramientas tecnológicas oportunas, aporten a la compañía la capacidad para innovar y desarrollarse marcando la diferencia.