Hoy en día, las tecnologías digitales constituyen un elemento esencial para muchas de nuestras actividades del día a día. Nos permite acceder, elaborar y difundir información, comunicarnos, aprender, trabajar, vender, acceder a servicios, participar socialmente, etc. No es de extrañar que la competencia digital sea considerada como la competencia clave para la transformación y adaptación de las empresas a la realidad del Siglo XXI.
Hasta hace pocas décadas los ordenadores estaban ausentes de la práctica totalidad de los puestos de trabajo y en un plazo de tiempo relativamente breve nos encontramos en la situación opuesta. En la actualidad es difícil identificar un entorno profesional en el que no debiera estar presente la tecnología o en el que se dejen de aprovechar aportaciones de productividad que la tecnología proporciona.
Así, la gran batalla que deben solventar empresas (ya sean éstas grandes, medianas o pequeñas) es la ausencia de una economía digital desarrollada. La transformación digital es todavía una tarea que solo pueden afrontar las grandes empresas. En un país en el que de las 3.142.928 empresas que existen, 3.139.106 (99,88%) son PYME (entre 0 y 249 asalariados), y aportan el 66% del empleo, éstas deben ser siempre un foco principal de preocupación.
Es en éstas en las que la transformación digital tiene aún mucho camino por recorrer. Sólo el 0,4% de las PYMEs dispone de web actualizada (la principal identidad digital de una empresa), está adaptada a terminales móviles (el nuevo escenario de competitividad digital), es activa en redes sociales (el mejor lugar para relacionarse con potenciales y clientes efectivos) y está preparada para vender su catálogo a través de los canales online (nuevo canal de llegada a nuevos mercados). Un 13% de las empresas españolas no tiene presencia digital alguna. Es decir, está fuera de este nuevo escenario de competencia global. Sólo el 6% de las PYMEs del gran consumo disponen de un site adaptado a terminales móviles (y eso a sabiendas que los consumidores cada vez consultan más Internet antes de comprar). La Transformación Digital en su empresa no tiene vuelta atrás; es una necesidad (una obligación de los tiempos actuales) y una oportunidad.
Esta digitalización, este uso de las Tecnologías de la Información y de la Comunicación y sus múltiples usos en los procesos de las empresas es indispensable. En el gráfico 1, se observa el porcentaje de crecimiento anual de los sectores económicos en Estados Unidos en función de su relación con las TIC. Como se puede observar, aquellos sectores que se han dedicado al desarrollo TIC han crecido más que el resto en los últimos 60 años. Por otro lado, a nivel de capital, la inversión que más ha aportado al valor añadido de las empresas han sido las TIC, que superan ampliamente al capital no TIC como factor influyente.

(Fuente: “Information Technology and US Productivity Growth: Evidence from Prototype Industry Production Account”.DW Jorgenson, MS Ho, JD Samuels, 2012. )
Así, la transformación digital, la adopción de las TIC, aportará a las empresas más productividad (uso eficiente de los recursos para optimizar la ganancia), incurrirá en menos costes directos e indirectos (ahorrará más dinero) y evitará perder oportunidades comerciales que otras estructuras empresariales ya están sabiendo aprovechar.
Entre las TIC, el elemento que sin duda alguna mayor impacto y cambio ha generado es Internet. Esta, como gran red de comunicación que es, ha alterado la comunicación que se produce no solo dentro de las empresas, sino también entre ellas, y los agentes de su interés (especialmente sus clientes).
La realidad socioeconómica más palpable es la que contempla el mundo real offline junto con el virtual online; el presente es mayoritariamente offline pero el futuro inmediato será un mix en el que combinemos y usemos, adecuadamente, todas las herramientas a nuestro alcance para el relevante proceso de toma de decisiones en el consumo. Relevante porque afecta a nuestros estilos de vida, a la salud, a la vivienda, al modo de relacionarnos, a nuestra seguridad y a nuestra proyección social acorde a los tiempos que nos tocan vivir. Ya más del 60% de personas consulta en Internet antes de hacer la compra física. Y casi el 40% visita tiendas para coger ideas y luego materializar la compra en tiendas online. Es aquí donde las estrategias omnicanal de generación de experiencia de compra única a mis clientes resulta fundamental.
Así, el canal tradicional se ha convertido en un omnicanal desde el que podemos interactuar de múltiples maneras y con un número muy elevado de herramientas. Muchas de ellas desconocidas y que provocan una complejidad difícil de abordar si no se hace de mano de expertos conocedores que están en constante actualización dado el enorme dinamismo del canal online. Herramientas como tecnologías para el desarrollo de una tienda online (Prestashop, Magento, etc.), auditoría de presencia y posicionamiento digital (Woorank, SemRush, etc.), inteligencia competitiva en Internet (Alexa, Adwords, etc.), etc.
Lo cierto es que las empresas más digitalizadas venden más y son más rentables. Los clientes y usuarios, tomando el retrato robot del usuario medio que compra y se informa en la red (persona menor de 40 años, con alta formación, elevados ingresos y unos índices de gasto y consumo que doblan al del consumidor offline), son cada vez más numerosos, más expertos y más selectivos. Cada vez, dedican una mayor parte de sus recursos a la compra online. La compra online es complementaria de la compra offline, es más rápida, mejor informada, necesita la seducción de la pantalla y cuando es satisfactoria se convierte en recurrente para el consumidor.
Las tecnologías digitales nos ofrecen un gran ramillete de opciones para reducir los costes de transacción, mejorar la transparencia de muchos mercados y añadir más intangibles a la propuesta de valor de las organizaciones. Mucho por aprovechar para nuestro día a día en nuestras empresas.